COVID-19: Todo lo que tenés que saber hasta el día de la fecha.
Día a día, seguimos descubriendo y obteniendo nuevos datos relevantes sobre el virus que cambió el mundo. Algunos buenos, otros no tanto. Por eso, en esta lista, vas a poder conocer todo lo que tenés que saber hasta el día de la fecha.
Se sumaron algunos síntomas a los declarados al principio: disgeusia (disminución o falta de gusto), pérdida del olfato, dolor corporal intenso, dolor de espalda y diarrea.
Hoy sabemos que también se puede transmitir por el aire cuando la aerosolización es mucha, es decir, las pequeñas partículas de saliva por tos o estornudo que son arrastradas por el viento, pueden recorrer distancias mayores a los dos metros. Por eso, es importante llevar tapabocas para evitar expulsar el virus si somos asintomáticos o para evitar aspirarlos si estamos sanos.
Cuando han pasado más de 72 horas luego que se retiraron los síntomas, se considera a la persona como recuperada. Ya no contagia y no hay que hacer ningún estudio nuevo.
Las normativas actuales descartan la necesidad de alta de los pacientes o de certificados, ni siquiera para usos laborales.
Han cambiado muchos de los tratamientos que en su momento fueron esperanzadores y las tasas de muertes han disminuido por mejor conocimiento y atención de los enfermos graves.
Hay muchas vacunas en etapas finales de investigación con bastantes buenos resultados independientemente de la formulación de cada una de ellas. No obstante, los Organismos Internacionales de Salud prevén la necesidad de muchos meses de vacunación y, en algunos casos, va a ser necesaria al menos otra dosis de refuerzo, como ocurre con muchísimas vacunas que usamos desde hace décadas.
Las personas que contraen COVID-19 pueden permanecer positivas por mucho tiempo, dado que el organismo conserva fragmentos de virus que, al hisopar, la prueba detecta que son partículas del SARS CoV-2. Lo importante, es que no contagian, y no es sinónimo que la persona esté enferma.
La reacción del organismo ante el ataque del virus SARS CoV-2, es formar anticuerpos para controlar la enfermedad, los que generalmente van a durar poco tiempo, pero lo importante es que un grupo de glóbulos blancos tiene memoria y, ante un nuevo contacto, accionan mecanismos de producción inmediata y suficiente para contrarrestar la infección. Estos mismos linfocitos T también se encargan de matar al virus en forma directa.
Hay registrados muy pocos casos en la literatura médica hasta ahora de pacientes que volvieron a contraer la enfermedad, menos de una decena en el mundo. Por lo tanto, no es algo para tener en cuenta. Siempre, ante el comienzo de síntomas, es importante la orientación técnica de los médicos.
Los síntomas de gravedad son dificultad para respirar (no el cansancio, o fatiga), pérdida de conocimiento, alteraciones del corazón como arritmias, fiebre muy alta que no cede con antitérmicos. Ante estos casos, no hay que demorar las consultas a los centros de atención.
Se ha ido comprobando científicamente que todas aquellas personas que presentan enfermedades crónicas, tienen frecuentemente más gravedad. Las situaciones clínicas más comprometidas son: Pacientes con obesidad (especialmente los que tienen IMC > a 35), diabéticos, hipertensos, pacientes coronarios, pacientes con insuficiencia renal, pacientes con arteriosclerosis avanzada, los que padecen cánceres, hepatitis B, C, HIV, inmunocomprometidos como los trasplantados, los que padecen enfermedades autoinmunes como Artritis Reumatoidea u otras, y pacientes con enfermedad pulmonar y asma. Estos pacientes tienen que mantener cuidados especiales y, junto al equipo de salud y trabajadores esenciales, van a ser vacunados en primera instancia.
Ante cualquier síntoma compatible con el virus, no dudes en hacer la consulta médica.