Se denomina Artritis a la presencia de dolor con tumefacción y limitación articular.
La AR es una enfermedad inflamatoria crónica autoinmune, que se genera por reacción del organismo contra sí mismo, produciendo inflamación articular y de otros órganos, por lo que se considera una enfermedad sistémica.
Si bien la AR es de causa desconocida y no es hereditaria, se halla una predisposición familiar a desarrollar enfermedades autoinmunes; es más frecuente en mujeres, especialmente entre los 20 a 50 años, pero se puede observar también en hombres y en niños. Los síntomas son progresivos, con brotes y remisiones, comprometiendo principalmente manos y pies en forma simétrica, con rigidez matinal y pueden presentarse síntomas generales como cansancio, adelgazamiento, debilidad generalizada, fiebre y en ocasiones compromiso de piel, ojos, pulmón u otros órganos.
Se requiere un diagnóstico precoz y tratamiento oportuno para evitar la progresión de la enfermedad con deformidad y limitación articular, y permitir una mejor calidad de vida del paciente.
Con respecto al tratamiento, existen una serie de medidas generales como:
El uso de anti-inflamatorios o corticoides, drogas modificadoras y tratamientos biológicos. Desde los últimos años se utilizan más precozmente las drogas que se denominan modificadoras de la enfermedad, como así también el uso apropiado de las terapias biológicas.
Como parte del tratamiento de pacientes con Artritis Reumatoidea, la actividad física es muy importante ya que podría contribuir en la mejoría del estado general y articular de los pacientes, si es practicada en forma moderada, adaptándose a las condiciones de cada persona bajo las recomendaciones del especialista tratante.
Dichas recomendaciones forman parte de un plan de reposo y ejercicio físico personalizado que tiene en cuenta varios aspectos, como la edad y el estado físico del paciente; la intensidad de la actividad inflamatoria, el dolor y la rigidez articular; la presencia de un mayor o menor grado de limitaciones al movimiento y las preferencias individuales de cada persona.
Realizar ejercicio físico podría:
Por estos motivos hacer ejercicio, incluso desde el inicio de la enfermedad, es importante para mantener la movilidad completa de las articulaciones.
De esta forma, es fundamental tener en cuenta que:
Se recomienda generalmente que se reduzca la actividad y evitar el ejercicio físico durante los períodos de intensa actividad inflamatoria, mientras que, por el contrario, se indica reiniciarlo e incrementarlo cuando los síntomas son menores y en los períodos de remisión, siempre siguiendo las recomendaciones del médico tratante
Los No:
Los ejercicios físicos y las actividades deportivas que conllevan la realización de esfuerzos intensos y mantenidos.
Los Sí:
Los ejercicios aeróbicos, como los que representan la marcha, andar en bicicleta y nadar, practicados con moderación.
Otros ejercicios específicos para las articulaciones:
Ejercicios isométricos.
Son aquellos ejercicios en los que se contrae un músculo sin que se mueva la articulación implicada (por ejemplo, mantener una pierna extendida sin moverla). Estos ejercicios sirven para fortalecer la musculatura sin sobrecargar la articulación.
Ejercicios dinámicos.
Durante esta práctica se efectúa repetidamente todo el movimiento, el cual consiente una articulación hacia una y otra dirección (por ejemplo, flexionar y estirar el brazo alternativamente) y podría ser de utilidad para prevenir la limitación de movimiento.
Tené en cuenta que la prevención y el cuidado son fundamentales para disminuir la gravedad de los síntomas de esta enfermedad y mejorar tu calidad de vida.
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